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Joyas de peluche

La forma más lujosa y elegante de marcar estilo, siempre con un toque chic. Las joyas de peluche están cada día más de moda por su exclusividad y originalidad. A continuación te presentamos una selecta oferta adaptada a todos los bolsillos. No pierdas la oportunidad:

Pendientes de peluche

Collares de peluche

Broches de peluche

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Si hay algo que puede hacerte marcar la diferencia y que consiga que luzcas espectacularmente es la bisutería y joyas de peluche. Hemos preparado en exclusiva para ti la más selecta colección de joyas elaboradas con peluche. Sin duda, esta va a ser tu tienda online de joyas de peluche favorita.

Podemos diferenciarlas en dos grandes grupos: las joyas elaboradas de peluche y las joyas con motivos de peluches. Los primeros pueden servir para las situaciones más casuales hasta para asistir a grandes eventos fiestas. Los segundos además se pueden regalar a bebés o niñas pequeños y adultos.

Tal vez pienses que deben costar mucho dinero. Pero nada más lejos de la realidad, existen modelos para todos los bolsillos y necesidades. Puedes encontrar desde las más baratas hasta las más elaboradas.

Bisutería de peluche – El toque más chic

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Historia del anillo

El uso del anillo por parte dela humanidad se remonta a miles de años en la historia. En las diferentes etapas y por diferentes civilizaciones, su uso y simbología ha ido variando. Veamos con más profundidad cómo ha sido la historia del anillo:

Historia del anillo en el Antiguo Egipto

No está claro entre los estudiosos el significado y origen de la sortija. En una sortija hacer tal determinación es imposible. Una de las primeras historias sobre el anillo lo encontramos en el Egipto faraónico.

Entre las clases populares era frecuente usar anillos de cobre con un escarabajo sagrado de esteatita engastado en él: era una sortija protectora con la que luego eran enterrados; sobre el escarabajo se inscribía el nombre del dueño y una fórmula mágica para atraer sobre sí mismo la suerte.

Historia del anillo en la Antigua Grecia

De acuerdo con el relato mitológico, el anillo o sortija fue inventada por Zeus no para honrar a los mortales, sino para castigarlos: con una sortija o gran anillo de hierro ató a Prometeo a una roca del Cáucaso.

Pasado el tiempo, los anillos gozaron de reputación distinta, ya que se daban como señal de honor y honra. En el mundo clásico su uso estaba reglamentado:

  • Los esclavos llevaban anillo de hierro
  • Los que habiéndolo sido esclavos pero eran libres, podían utilizar un anillo de plata
  • Los miembros de las familias de cierto abolengo podían lucirlas de oro.

Se cuenta que tras la batalla de Cannas, en la que como es sabido Aníbal destrozó a los ejércitos de Roma, el general cartaginés envió a su ciudad como botín “tres modios de sortijas romanas de oro”, esto es, tres recipientes con una capacidad de hasta quince litros cada uno.

La sortija era un recuerdo de la vida terrenal y forma de mantener la conciencia de sí mismo. El mundo clásico utilizó, como hemos dicho antes, la sortija. Las primeras aparecieron en Grecia hace casi tres mil años: unas tiras de oro alrededor del dedo.

Pero en los tiempos de su mayor esplendor, hacia el siglo IV a.C. la sortija ateniense se sofisticó y nació la moda de engastar en ellas piedras preciosas o semipreciosas como la cornalina, la amatista o la piedra almandina de color rojo brillante capaz de desorientar la mirada de aojadores o fascinadores.

Historia del anillo en la Antigua Roma

El mundo grecolatino solía grabarlas con el sello familiar a modo de firma. César Augusto utilizaba casi siempre un anillo en la que había mandado esculpir la esfinge.

En los desposorios romanos, el esposo daba a la esposa una sortija de doble anillo en muestra de alianza, de donde vino luego la simbología europea al respecto de los casamientos.

Esta misma alianza era empleada por los romanos en tiempos de Ovidio para indicar a sus admiradores si estaban o no dispuestas a complacerles: bastaba con cambiar el anillo de dedo.

Los romanos, que gustaron de este adorno, introdujeron la moda de engastar en las sortijas una moneda de oro un poco combada, costumbre que ha permanecido hasta nuestros días.

Evolución del uso del anillo

En el mundo antiguo existió una gran tradición de anillos mágicos. Y el poeta renacentista italiano Ariosto escribe en su Angélica, que su sortija servía para contrarrestar las encantaciones.

En la Edad Media la sortija sufrió transformaciones, llegando a servir en un momento dado para casi todo, incluido el fin poco saludable de deshacerse de los enemigos personales.

Desde entonces hasta hoy el anillo ha cambiado poco, no ha experimentado variaciones ni en el terreno social ni en lo relacionado con los materiales suntuarios con que se elabora.

En cuanto a la palabra sortija el lector advierte que se trata de una voz latina relacionada con la palabra suerte, de la que deriva. Y ello era así porque se le atribuyó, a este objeto ornamental poderes mágicos.

Hemos mencionado la sortija del rey Giges, del siglo VII a.C., pero la creencia en anillos mágicos pertenece a todas las épocas y cultura. A personajes de la Antigüedad como Polícrates, del VI a.C., tirano de Siracusa, su anillo mágico no le salvó de ser crucificado por el rey persa Darío.

Y no sólo el hombre antiguo: reyes medievales como el emperador Carlomagno, del siglo VIII, cientos de caballeros, reyes e incluso clérigos poseyeron sortijas a las que dieron crédito de poseer virtudes mágicas o servir de talismán o amuleto capaces de encender la llama del amor en la persona amada, de generar pasiones y hacer invisible a quien lo portaba, o predecirle el futuro.

Sobre anillos de esta naturaleza hubo en la Antigüedad creencias peregrinas. En esa línea está la leyenda del anillo de Salomón, en cuyo interior tenía grabada la frase “también esto pasará”, y cuya virtud o rara facultad estribaba en hacerle feliz cuando estaba triste, y entristecerle cuando estaba feliz.

El término latino sors, del que desciende, significa también destino; en ese sentido está empleada la palabra en La gran conquista de ultramar, primer ejemplo de la literatura caballeresca en lengua castellana, de finales del siglo XIII, donde al hilo de relatos alusivos a las Cruzadas se habla de una reina poseedora de artes mágicas que “tenía en las manos dos sortijas redondas, fechas como botones de oro”.

Aún hoy en muchas regiones del Mediterráneo el anillo y el espejo, la mano y el ojo, la mirada y los destellos dorados son tenidos por elementos capaces de dirigir o desviar el destino de los corazones y las vidas de los hombres.

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